La anestesia es un procedimiento fundamental en el mantenimiento de la salud del paciente durante la cirugía. Debe ser realizada por un profesional médico anestesista, miembro de la Sociedad de su estado. El anestesista debe poseer experiencia práctica con todos los procedimientos, la resolución de emergencias y debe estar certificado en el funcionamiento adecuado de los equipos, ofreciendo al paciente una cirugía con niveles máximos de seguridad.
La visita preanestésica es el primer contacto con el anestesista. En esta breve entrevista, los antecedentes clínicos y quirúrgicos del paciente son discutidos detalladamente, así como eventuales enfermedades y medicaciones en uso. El anestesista debe chequear los exámenes preoperatorios, explicar las etapas de la anestesia y detallar las reacciones típicas del despertar. Al concluir la entrevista, el paciente (que debe estar en ayuno de al menos 8 horas) recibe un medicamento preanestésico para inducir el sueño y disminuir el registro de la memoria en relación a las maniobras iniciales de la anestesia en el salón de operaciones, dejando al paciente más cómodo.
El salón de operaciones debe poseer equipos actuales y confiables, siendo confortables tanto para el paciente como para el equipo médico. De los aparatos necesarios, el monitor cardíaco, presión arterial, oximetría digital y los sistemas de calentamiento son hoy la monitorización mínima exigida para cualquier procedimiento quirúrgico. Estos aparatos deben ser chequeados diariamente, para que la cirugía sea ejecutada con seguridad.
Existen tres tipos principales de anestesia en la cirugía plástica: local combinada (local asociada con la sedación), anestesia regional y anestesia general.
La anestesia local combinada puede ser usada en varios procedimientos, desde pequeño porte, que son las más frecuentes, hasta las cirugías más prolongadas. Esta técnica se realiza preferencialmente a pacientes con buena salud y estables desde el punto de vista emocional y físico. Siempre bajo una adecuada monitorización, se usan drogas sedativas (inyectadas en la vena del paciente) para introducir un sueño de leve a moderado y se inyecta una solución anestésica en la región a ser operada. El uso de esta técnica le permite al paciente dormir o permanecer levemente despierto.
La anestesia regional alcanza áreas más sectorizadas como el tórax, el abdomen, y los miembros. Las más frecuentes son la raquídea y la peridural, en la que la solución anestésica se inyecta en la columna. Estas técnicas, además de eliminar el dolor, ofrecen una sensación de adormecimiento y relajamiento muscular en el área anestesiada. Las drogas sedativas (inyectadas en la vena del paciente) son habitualmente utilizadas para inducir el sueño y maximizar el confort del paciente.
La anestesia general es indicada para procedimientos de mayor porte que necesitan inconsciencia total, mayor control y protección de las vías aéreas. Esta técnica es más segura en pacientes que poseen enfermedades crónicas y/o que utilizan medicamentos inductores de sueño, antidepresivos, drogas ilegales y alcohol. La anestesia general puede ser realizada utilizando anestésicos endovenosos y/o agentes inhalatorios, que son gases y líquidos volátiles ofrecidos de forma continua al paciente a través de un tubo colocado en las vías aéreas (intubación oral o nasotraqueal). La profundidad de la anestesia general impide la percepción de dolor, el despertar durante la cirugía y produce eliminación de la memoria. El avance tecnológico de la industria farmacéutica, obtenido en las últimas décadas, propició el aumento de la potencia y la disminución en el tiempo del efecto de los anestésicos, posibilitando un despertar más rápido, suave y seguro.
Los riesgos y las complicaciones en la anestesia dependen de varios factores, en su gran mayoría controlables. En esta evaluación, seguramente, lo más importante es la condición física y mental del paciente en el momento de la cirugía. Por eso, los pacientes con problemas cardíacos, hipertensión arterial, cuadros pulmonares y otras enfermedades crónicas deben ser rigurosamente evaluados antes de la cirugía y solo deben ser anestesiados si estuviesen compensados clínicamente.
Las posibles reacciones a la anestesia dependen de la región operada, tiempo/porte de la cirugía y de la técnica anestésica escogida. La somnolencia residual y las náuseas son comunes y generalmente de corta duración, pues los medicamentos actuales son rápidamente metabolizados por el organismo del paciente. Otra reacción frecuente son los temblores, causados por la excesiva exposición de la superficie corporal y el uso de líquidos alcohólicos para la higienización de la piel durante la cirugía. Estos factores pueden llevar a la caída de la temperatura corporal. Durante la cirugía, la infusión de suero calentado y el uso de mantas térmicas son útiles para minimizar este problema.
Las alergias son cuadros personales y relativamente raros, ocurriendo en una proporción de 1/3.500 hasta 1/14.000 de las anestesias. Estas alergias son generalmente poco graves y poseen tratamientos efectivos y consagrados. En algunos casos, la alergia puede ser grave y con desenlace preocupante. Por eso, es esencial avisar al anestesista en caso de que haya alguna alergia conocida antes de la cirugía.
La hipertermia maligna es una enfermedad familiar (genética) caracterizada por un aumento anormal de la temperatura corporal cuando el paciente recibe determinados tipos de anestésicos inhalatorios o relajantes musculares específicos. En el pasado reciente, esta enfermedad era frecuente y fatal. Actualmente, disponemos de centros de información nacional, bancos de datos y protocolos mundiales de tratamiento, que ofrecen índices de éxito por encima del 95%.
La mejor anestesia es aquella considerada la más segura y que permite un mayor grado de control durante la cirugía.
La anestesia general es la más previsible en cuanto al mantenimiento del sueño y el confort, propicia amnesia total al paciente y ofrece mayor control al cirujano.