Actualmente, personas de diversas edades, profesiones distintas y todas las clases sociales están invirtiendo en cirugías plásticas. Aunque la cirugía estética no sea para todos, existen varias razones para considerarla. Muchos desean recuperar la apariencia de la juventud, otros quieren mejorar una herencia genética o reparar la piel de los daños causados por la exposición al sol, y algunas mujeres esperan revertir los efectos del embarazo o pérdida de peso. Todos tienen el mismo objetivo final: parecer y sentirse mejores.
Si usted está preguntándose si necesita una cirugía plástica, la respuesta es: nadie necesita una cirugía estética— las personas deben querer hacérsela. Aunque sea una decisión compleja, solamente usted puede decidir lo que es mejor para usted misma. Está claro que una mejor apariencia puede hacerla sentir mejor y vivir mejor, elevando su autoestima. En realidad, la cirugía estética puede ser una de las mayores y más positivas experiencias de su vida, de esa que usted controla. Sin embargo, ella no substituye a una vida saludable, acompañada de una buena alimentación, dieta, práctica de ejercicios y buenas decisiones. No es el secreto de la felicidad.
Es apenas parte de un programa de bienestar para maximizar el resultado de una rutina saludable, de vivir bien, de sentirse bien.
Cuando usted esté delante de una decisión de esa envergadura, es fundamental un periodo de introspección para explorar sus intereses y entender sus motivaciones. La apariencia física, heredada o adquirida, afecta a su autoimagen y la interacción con los otros. Para obtener los resultados más gratificantes de la cirugía estética, la primera cosa que debe hacer es observarse en el espejo y determinar lo que le incomoda. Defina bien lo que debe ser corregido antes de discutir con la familia, amigos o con el propio cirujano plástico. Y nunca considere un procedimiento exclusivamente para agradar al otro, ni se deje disuadir de su objetivo, a menos que su cirujano afirme que es inadecuado o arriesgado para su caso. A fin de cuentas, quien convive con el problema es usted.
Si sus intereses son verdaderos y sus motivaciones son emocionalmente idóneas, usted debe darse una oportunidad de cambiar algún aspecto de su apariencia física. Pero, si usted encara la cirugía estética como una oportunidad de cambiar su vida y resolver problemas sociales, conyugales o psicológicos, su primera visita debe ser con un psiquiatra y no con un cirujano plástico. La cirugía estética puede realmente cambiar su apariencia física, elevar su autoestima, y eso naturalmente lo hará sentir mejor consigo mismo y con los otros, pero por si sola, ella no solucionará todos sus problemas.
Aunque la cirugía estética haya hecho a miles de personas felices, siempre existe un límite para lo que es posible obtener. Los pacientes más felices son los capaces de aceptar aquello que es posible. La principal causa de decepciones con los resultados es cuando el procedimiento no atiende las expectativas del paciente – lo que sucede generalmente debido a las expectativas irreales. Hay cosas que no son posibles de realizar, ya que los tejidos y las técnicas imponen límites. El mejor camino para protegerse de expectativas irreales es conversar cuidadosamente con el cirujano plástico. La comunicación clara con el médico es esencial para el éxito, por eso es vital que usted escoja un profesional con cual se sienta cómodo. Haga todas las preguntas y escuche todo lo que él le diga con la mayor atención. Mientras más concreta y específica sea su expectativa y su educación sobre el procedimiento, más probable será su satisfacción con el resultado final.
Para quedar feliz con el resultado es necesario también entender que existe un tiempo de recuperación, acompañado de algún cuadro de dolor y cicatriz en el posoperatorio, para que el cuerpo se ajuste a lo que se hizo. Hay áreas que se hinchan más, otras menos, pero el resultado nunca es inmediato. No alimentar ilusiones es crucial para evitar frustraciones. Saber, por ejemplo, que todos tenemos un grado de asimetría, por eso hay diferencias entre un lado y el otro que va a persistir después de la cirugía.
Además de los costos financieros, la cirugía estética impone incomodidad, un largo período de trabajo, riesgo médico y la posibilidad de decepción, real o imaginaria. Prepararse para todo eso es mucho más fácil cuando se está seguro de lo que se quiere, cuando es posible contar con la ayuda de un cirujano plástico competente y atento y con el apoyo de la familia.